reflexiones

Un día en Tokio

Ayer llegamos a Tokio a las 7 am. El vuelo desde México duró 14 horas y yo solo pude dormir 3. Aun así tuve un largo día y conocí lugares muy especiales de la ciudad.

Es difícil explicar todo lo que sentí. Nunca había ido a Asia en mi vida. Las personas aquí son muy diferentes a todo lo que yo conozco. Algo que me llamó mucho la atención es la cantidad de gente que usa tapabocas. También me impresionó el silencio, no es un silencio absoluto pero la gente es muy reservada.

En el tren vi el paisaje, los árboles que están empezando a florecer, algunos campos de arroz, casas con techos tradicionales… simplemente no imaginé que fuera así, siento como si estuviera en una película. No es que sea artificial pero siento como si el estereotipo que tenía embonara más de lo esperado con la realidad. Me gustaría que fuera menos perfecto. Supongo que solo me falta tiempo para perderme por aquí y conocer mejor este mundo.

El primer día en Tokio visité como pude porque estaba muy cansada. Uno de mis lugares favoritos fue un templo budista. Es una obra de arte dese su arquitectura hasta el rito que presenciamos.

Por fuera tiene esos grandes techos asiáticos. Un jardín con esculturas, un lugar para el incienso, tabla de maderas que serían equivalentes a los milagros o los exvotos de las iglesias. También había una fuente con agua en donde la gente se lavaba con cuidado las manos.

Para entrar al templo nos tuvimos que quitar los zapatos. Todo el piso es de alfombra. Hay un recorrido que no entendí bien porque estaba en japonés. Es una manera de pasar por todos los puntos espirituales del templo, por ejemplo un puente de piedra, los nichos de los dioses, las esculturas y los budas de cristal.

Dentro del templo nos tocó una ceremonia en la que los monjes rezan, cantan y después acompañan eso con unos tambores gigantescos. El sonido era tan fuerte que vibraba todo mi cuerpo cada vez que golpeaban el tambor. Al final el monje principal hizo una pequeña hoguera sagrada y la gente llevaba sus bolsos para que los acercaran a las brazas. Esa ceremonia fue algo muy espiritual pero también algo muy hermoso. Me hizo pensar en el ritmo del que tanto se habla en las clases de poesía.

Comimos en un restaurante muy japonés. Ahora me voy dando cuenta de las limitaciones que tengo por no saber el idioma. Es impresionante que podamos comunicarnos a pesar de ello.

En la tarde fuimos a un onsen, es un baño de aguas termales, actividad tradicional de Japón. El lugar era muy grande. Al entrar debes quitarte los zapatos y dejarlos en un locker.

En la recepción te dan la llave del locker en donde dejas tu ropa y te dan un cambio de ropa que se llama yukata y consiste en una bata y una tela que sirve de cinturón. Los vestidores están divididos por género. Isa y yo observamos el asunto y entendimos que había que quitarnos todo menos la ropa interior, ponernos la bata y amarrarla con un moño en la espalda.

Salimos al salón principal que en realidad me recordó mucho a la ciudad de los niños. Era como una pequeña “ciudad” que pretendía recrear el pasado japonés. Había restaurantes, tiendas, juegos. Nosotros nos metimos a una cabina de fotos.

Luego encontramos los baños. Esa sección también está dividida: por un lado es el onsen de hombres y por otro el de mujeres.

Fue algo muy inesperado entrar a un vestidor lleno de mujeres desnudas. En México nunca había visto algo parecido. Te dan dos toallas, una chica y otra grande. En un locker dejas toda tu ropa y tomas la toalla chica. Con esa puedes cubrirte o no. Es diminuta.

A mí me costó un poco de trabajo aceptar todo el asunto pero no me iba a ir de ahí sin bañarme. Supongo que es algo tan normal que al final me sentí a gusto.

Al entrar al baño debes salpicarte con agua tibia todo el cuerpo. Luego pasas a enjuagarte en un banquito, puedes usar la regadera o salpicarte con agua. Al final del baño vuelves ahí y te bañas con jabón, shampoo, etc.

Había muchas albercas, algunas más calientes que otras, de diferentes tamaños y profundidades. También había albercas afuera pero hacia tanto frío que no salí.

El baño me sorprendió porque los japoneses que había visto en la calle precian muy reservados. En el baño todas están desnudas como si nada. Sin maquillaje, sin tapabocas, sin ropa, sin nada más que la piel.

En la noche conocimos a Ximena. Lleva viviendo 7 años en Tokio con su esposo Luis. Se vinieron porque él tenía muchas ganas y poco a poco han ido formando su vida aquí. Luis es mago y también tiene un video-blog en el que sube videos de su vida en Japón. Ayer formamos parte de uno de sus episodios que va a subir.

Nos llevaron a cenar a un restaurante que ellos conocen de comida japonesa. Caminamos por calles llenas de luces para llegar. Tokio cambia bastante de noche.

Al final yo estaba muy cansada. Nos dormimos como a la 1 am. El hotel en el que nos quedamos me gustó mucho. Es solo para mujeres y los cuartos son una mini cabina en la que solo hay una cama, un enchufe y luz. También te dan un locker para guardar una maleta y adentro hay un cambio de ropa que es una bata y un pantalón. Está muy divertido que todas las mujeres tuviéramos la misma pijama, me sentí un poco como en una cárcel o un hospital.

One thought on “Un día en Tokio

  1. Un viaje largo a otro mundo a otra cultura.. Asia – Japón , parece de película pero es real , su comida sus especies , su gente reservada hacia afuera libre hacia adentro, con su espiritualidad especial donde nadie pide todos agradecen, que padre experiencia en el Onsen en los baños es otra onda, tb el cenar típico Japonés con Ximena y el orden en todos lados como en el hotel en tu mini cuarto eso si todas con pijamas iguales….

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