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Dejé de escribir por muchos días porque el viaje fue sumamente apresurado. Pasamos de Sapa a Hanoi solo para descubrir que nuestra ruta para bajar a Hoi An estaba saturada. Como ya no quedaba ningún lugar disponible en ningún tipo de transporte tuvimos que improvisar. Así terminamos en una región muy bonita que alguna vez fue muy importante, se llama Ninh Binh. Nuestro transporte no solo nos llevó a donde queríamos sino que resulto ser un tour. Así visitamos Hoa Lu, la antigua capital de Vietnam (durante la época feudal). También hicimos un recorrido en los botes tradicionales por el río y pasamos a lado de unos arrozales y unas rocas increíbles.

Al día siguiente llegamos a Hue y ahí rentamos unas motos para llegar a Hoi An. Aunque esto no estaba en los planes originales creo que fue una de las mejores actividades del viaje. En Vietnam muchísima gente usa motos para transportarse y creo después de ese paseo logré entender mejor como funciona el país. Los paisajes que vimos en la carretera fueron espectaculares, pasamos por el Hai Van Pass que es una carretera escénica entre la montaña y el mar. También nadamos en un río y comimos en la playa, fue un excelente día.

Llegamos a Hoi An en la trade y esa noche caminamos por las calles del centro. Hoi An es un pueblo muy antiguo que antes fue un puerto muy importante pero cuando el río bajó de nivel los barcos tuvieron que buscar otros puertos para comerciar. Antes había una población importante de chinos y otra de japoneses. Actualmente hay muchos templos súper bien conservados (porque además siguen en uso) que dejaron esas poblaciones pasadas. De noche las calles del centro están decoradas con lámparas de tela de muchos colores que brillan y hacen que todo se vea muy alegre.

Después de Hoi An nos movimos a Ho Chi Minh City. En la mañana del vuelo yo amanecí enferma del estómago, me dio “el mal del viajero”. Aún así tuve que continuar con el día, volar, llegar a HCMC y turistear porque solo teníamos un día para verlo TODO.

No sé bien cómo explicarlo pero el museo de la guerra de Vietnam fue muy impresionante. No tanto por el museo en sí sino porque durante todo el tiempo que estuve en Vietnam tuve muchas preguntas flotando y tenía una curiosidad genuina por saber más de ese punto en específico de la historia. Todo lo que sabía de la guerra de Vietnam venía de Estados Unidos y por primera vez me enfrenté a una narrativa muy diferente.

Dentro del museo está la exposición fotográfica de Requiem, un libro que tiene fotos tomadas por gente que murió en la guerra. Ver esas fotos fue duro. Estar enferma de la panza no ayudó nada. Vi a una madre llorando a su hijo. Había fotos de gente a punto de ser ejecutada. Bosques completos devastados tras el agente naranja. Soldados que murieron al día siguiente. Cuerpos. Trozos de cuerpos. Soldados con cadáveres como trofeos de guerra. No sé cuantas veces se me salieron las lágrimas y sentí el miedo, la tristeza, la angustia y la frustración de la guerra. De alguna manera esa exposición documental no es tan solo la guerra de Vietnam sino que habla por todas las atrocidades provocadas por la violencia humana. En esas fotos están los desaparecidos de México, los bombardeos en Siria, el genocidio de Cambodia, y los mil y un conflictos armados que no tengo idea que existen o de los que solo he oído un poco.

Después de visitar ese museo algo quedó en mí. Tuve que tomarme un tiempo para reflexionar y tratar de digerirlo un poco. Al día siguiente llegamos a Cambodia, solo estuvimos poco más de medio día en Phnom Penh y decidimos visitar la cárcel S-21. Este fue un centro de interrogación, tortura y ejecución de los Jemeres Rojos, el régimen que tomó el poder en Cambodia tras la guerra de Vietnam.

Esa cárcel no fue nada como el museo que vimos el día anterior. La S-21 es un lugar terrorífico. Es un espacio que no puedo describir bien. Antes de ser la S-21 fue una escuela pero cuando la tomaron transformaron los cuartos en celdas o en lugares de tortura. A los presos les cambiaban su nombre por un número, los torturaban de maneras espantosas y los asesinaban después. Las fotos que quedan de registro son en blanco y negro, muy oficiales y tiesas, es como si hasta en la foto les quitaran su identidad. No queda mucho en esa cárcel, estar ahí es hacer un esfuerzo con la imaginación para tratar de entender algo abstracto y aberrante. Quiero escribir con más profundidad sobre esto porque además fue durante los años 1976-1979, al mismo tiempo que las dictaduras latinoamericanas y la Operación Condor.

En el museo hicimos un amigo francés que viajaba solo. Pasamos con él toda la tarde, comimos en un night-market muy local y tomamos cerveza. Luego nos fuimos en un camión nocturno a Siem Reap. Ahí visitamos durante tres días los templos del imperio Jemer. Estos lugares son hermosos, impresionantes, pero muy concurridos. Valió mucho la pena ver todos los templos aunque algunos que no son tan conocidos y que casi nos tocaron vacíos me gustaron más que los que están mejor conservados porque fue difícil apreciarlos entre tantas personas. Algo que aprendí es que en la época en la que el imperio Jemer tuvo su esplendor también hubo un cambio climático que generó un clima propicio para la agricultura durante tres siglos. Con esa estabilidad a su favor florecieron diferentes culturas de la zona incluyendo a Vietnam. Después de tres días de templos maravillosos nos tuvimos que ir pero por suerte llegamos a tiempo para ver los cerezos en flor de Tokio.