reflexiones

El sol de Ta Van

Ayer fue un día espectacular. Según el reporte del clima era el único soleado de la semana en las montañas. Tomamos un tour de caminata, fue un grupo muy chico en el que solo venían con nosotros un inglés que se llama Chris y su amiga francesa Alison.

Caminamos desde Ta Van hasta otro pueblo que queda a cuatro horas. Fue un paseo muy bonito, soleado, lleno de paisajes impresionantes. Aquí como el terreno es montañoso construyen unas terrazas para poder sembrar el arroz. La tierra es muy parecida al barro anaranjado de Valle de Bravo. Para cultivar necesitan que haya mucha agua y que los búfalos caminen sobre la tierra para ablandarla. Por eso casi no comen búfalo, estos animales son su herramienta de trabajo.

También nos acompañaron durante la mitad del recorrido unas mujeres indígenas pertenecientes al grupo Hmong. Casi no saben nada de ingles pero yo me volví amiga de una que tenía 45 años. Me ayudaba a cruzar los riachuelos. Al final sacaron de sus canastas todos los bordados y artesanías que ellas hacen, le compré un cojín y me trató de invitar a comer a su casa después pero no entendí en donde vivía.

Aunque estoy del otro lado del mundo me siento mucho más “en casa” que cuando estuve en Tokio. Vietnam tiene una diversidad increíble de idiomas, culturas, etnias, ecosistemas y todo eso me recuerda un poco a México. Aquí hay un caos tremendo pero dentro de eso existe un orden que fluye como la vida.

Después de caminar por varias horas logramos llegar a una casa perdida entre las montañas. Ahí nos dieron de comer muchas cosas muy ricas como arroz, tofu, rollos primavera, pollo, verduras y sandia. La casita estaba construida con bambú. Tenían orquídeas por todas partes y la vista daba hacia las terrazas de arroz. Disfruté mucho pasar ahí un rato, tomar un café, platicar con nuestros nuevos amigos. Resulta que Alison es filósofa y le gustan los mismos temas que a mí. También nos contaron del viaje que han estado haciendo en moto por lugares muy poco turísticos.

De regreso paramos en un taller textil. Nos enseñaron cómo hacen hilo de la planta de mariguana. También nos explicaron sobre los tintes naturales. Mis manos siguen manchadas de azul añil.

Durante todo el día tomamos muchas fotos. Pasamos por pequeños bosques de bambú. Entre riachuelos. Vimos todo tipo de animales. Encontramos casitas pérdidas, niños, motos a toda velocidad. Fue un excelente día.

Ahora pienso en dos problemas de nuestro viaje:

  1. Entre más conocemos Vietnam más ganas tenemos de visitarlo todo y nos faltó tiempo.
  2. Viajar con una mini maleta es terrible porque hay que ser súper selectivo en las compras.